El uso de la inteligencia artificial para realizar traducciones simultáneas es algo que lleva años buscándose. Google ha anunciado que su servicio Google Translate será capaz de realizar traducciones simultáneas para que dos personas que hablan distintos idiomas sean capaces de entenderse. ¿Pero harán los traductores automáticos que perdamos el interés por aprender nuevos idiomas?
El uso de la tecnología no es perfecto. Google Translate no realiza traducciones perfectas y en muchas ocasiones no solo influye el vocabulario, sino que las formas de expresarse varían sobre el idioma. El inglés utiliza frases cortas y directas, mientras que en español se utilizan frases más largas y con más rodeos lingüísticos. Por no hablar de la literalidad que suelen aplicar los traductores, traduciendo de manera literal expresiones, que leídas en conjunto no tienen ningún sentido. Un traductor automático nos puede dar una traducción literal, que sea correcta, pero que no tenga sentido.
Empresas como Google utilizan bases de datos para alimentar los algoritmos de traducción de sus traductores automáticos. Y muchas de estas bases de datos contienen tratados de comercio, leyes internacionales o textos de Naciones Unidas, que están escritos en diferentes idiomas lo que supone el alimento perfecto para los algoritmos. Esa es la causa de que muchos traductores automáticos sean más fiables y exactos en un lenguaje formal y académico que en un lenguaje más coloquial e informal.
El mismo problema existe con la diferencia entre los distintos idiomas y los textos disponibles. No existen la misma cantidad de textos en unos idiomas que en otros, con lo que la traducción no funciona igual de bien si traducimos por ejemplo del holandés al español que del alemán al español.
Los diferentes proyectos de traductores automáticos que existen para la traducción simultánea pretenden facilitarnos la vida a la hora de viajar o de interactuar con personas de otros países en viajes de negocios (especialmente con los idiomas menos hablados) pero no quieren, y en realidad no pueden, sustituir el aprendizaje de un un idioma o a los traductores. La riqueza cultural, personal y lingüística que supone aprender una nueva lengua es innegable y difícilmente va a ser sustituida por traductores automáticos.